No soy alcoyana. Hace años un locutor de Radio Alcoi lo identificó como el “único” defecto que tenía Juan Antonio Gisbert, en aquel momento director de la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Posiblemente no lo conocía como yo, que algún que otro defecto podría haber apuntado… los tenía como todo humano que se precie de serlo. De sus virtudes no voy a hablar.
Quizá lo que ese locutor no sabía es que ese mismo “defecto” lo tenía él. Juan Antonio nació en 1952 en Alicante… a pesar de los múltiples recortes de prensa que encontramos en las hemerotecas en las que se hacen alabanzas de los éxitos profesionales del “alcoyano” Juan Antonio Gisbert García. No lo era. Lo eran sus padres (bueno en realidad su madre nació en Benifallim y cuando tenía 1 año fue con su familia (García Aznar) a vivir a Alcoy. Lo que sí heredó Juan Antonio de sus padres fue el sentimiento de pertenencia por una tierra que guardaba todos sus recuerdos de infancia… allí subía siempre que tenía ocasión. La familia era muy importante en su casa y allí estaba su familia.
Mis hijos, Juan Antonio y Ana, han recibido entre muchos valores inculcados por su padre (creo que por mí también) la importancia de las “raíces”. No tienen, ni han tenido su residencia en Alcoi, pero Alcoi es su pueblo y su sentimiento de identidad por esa tierra y su cultura es incuestionable. Ahora “trabajan” en inculcar ese mismo sentimiento en Joan, Laia y Ariadna, y yo apoyo en lo que puedo.
He compartido mi vida con Juan Antonio desde que tenía 20 años (algunos más antes de casarnos). Para una alicantina en los años 80, las fiestas de Alcoi eran unas fiestas de hombres, pensadas para los hombres y en las que disfrutaban los hombres (esa también era la opinión de mi suegra a la que le gustaban como espectáculo, aunque aceptaba que fueran así). Siendo sincera yo me lo pasaba bien en la parte que se me permitía. También he tenido que escuchar muchas veces, ante los “desmadres” de Juan Antonio (que no eran pocos cuando era joven y no tan joven) …”es que no lo entiendes porque no eres alcoyana”. La verdad es que algunos de esos “desmadres” (no sé si es la palabra correcta) eran difíciles de entender fueras de donde fueras.
Las fiestas que yo conocí no tienen nada que ver con las actuales. En la parte de espectáculo sí. Siempre he pensado que las fiestas de Alcoi tienen el entorno, la rigurosidad y seriedad que las convierten en las fiestas de Moros y Cristianos por excelencia y eso permanece inalterable. Puedo entender que les cueste asumir ese cambio a algunos “nostálgicos” de la época en la que las mujeres se quedaban en casa planchándoles el traje y cuidando de los niños (según mi suegra era lo que hacían cuando ella era joven), o de esos otros hombres más progresistas que entendían que las mujeres salieran con las amigas y que se dejaran poner “agujitas” y pegatinas por parte de los festeros y aceptar sus regalitos.
A todos ellos les tengo que decir que la mujer ha estado siempre presente en la fiesta, haciendo turbantes, cosiendo sus trajes de festeros y planchándoselos para que ellos pudieran lucirse en las escuadras. Aplaudiendo desde las sillas y desde los balcones a su paso bajando por la calle San Nicolás. Todos ellos han tenido madres, parejas y quizá hijas. Pueden contestarme a una pregunta ¿cómo le explican a su hija que porque ha cumplido una cierta edad tiene que dejar de vestir el traje de festera que ha vestido desde niña por el hecho de ser mujer?
No soy partidaria de los trajes “femeninos” en las filàs, creo que si una mujer quiere participar en la fiesta debe de hacerlo respetando la identidad y cumpliendo las condiciones establecidas para ser miembro de esta, las mismas que para los hombres.
Que esto provoca cambios en la fiesta (no en su parte de espectáculo), es evidente. Pero estamos en el siglo XXI y sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor para ver todos los cambios que está viviendo nuestra sociedad, sobre todo en lo que llevamos de siglo, y los aceptamos y nos adaptamos.
A los que piensan que la presencia de la mujer como miembro activo de las fiestas es falsear la historia si se sale de su papel de “favorita”, boato o bailarina sólo les puedo decir que están equivocados (por no utilizar el término “ignorantes” que es más ofensivo). Pueden revisar la historia que rememora las fiestas de Moros y Cristianos y encontrarán muchos ejemplos de mujeres que tuvieron un papel destacado en lo político y que ha sido silenciado. Lo hacían en defensa y por la “ausencia” de un padre, hermano o marido, porque su papel “oficial” era ser madre y esposa.
Eso ha sido así en todos los tiempos y en todas las culturas, mujeres silenciadas, relegadas a lo doméstico y que, si destacaban en la política, la literatura, la pintura, la ciencia, siempre era a la sombra de un hombre y en algunos casos, para hacerse visibles, utilizando pseudónimos.
Ya está bien. Nosotras no nos tenemos que demostrar nada, sabemos lo que valemos, pero parece que algunos varones consideran que tenemos un puesto secundario en la vida social. Lo triste es que algunas mujeres piensan de la misma forma. Afortunadamente son cada vez más los que hablan de personas y su valía en cualquier aspecto de la vida, con independencia de que esa persona sea del sexo que sea.
Hace unos cuantos años le tuve que decir a un alto cargo político que alardeaba de que él había promocionado a muchas mujeres a nivel laboral y lo difícil que era que alcanzaran importantes cotas en lo profesional. Sorprendida por el comentario le comenté que tenía mucha suerte porque muchos varones, como él, habían tenido éxito en lo profesional pero que era difícil identificar sus méritos y valía, más allá de sus relaciones y contactos personales. Pero eso ha sido así en nuestra sociedad, en la que muchas mujeres han sido y son madres y esposas y tienen una vida profesional y no han tirado la toalla, aunque su reconocimiento haya sido escaso (sólo tenemos que ver las estadísticas).
Ánimo, Ana, y las y los que la acompañáis en esta aventura del cargo de Alférez Moro. Creo que estáis aportando un grano, o un saco de granos, de arena para poner en su sitio el papel que la mujer ha jugado en la historia.
Mª Teresa Mira-Perceval Pastor
Alicante, 28 de mayo de 2023